viernes, 31 de enero de 2014

El Clan Actúa Como Un Organismo

Cuando uno de sus miembros experimenta un cambio todo el conjunto reacciona, positiva o ne­gativamente. Un árbol hermoso que da frutos ponzoñosos, es un mal árbol. Un árbol retorcido que da frutos saludables, es un buen árbol. El hecho de que un individuo expanda su Conciencia, al con­vertirse en el buen fruto, otorga a su árbol un nuevo significado. 
Los sufrimientos de los antepasados (heridas narcisistas, humilla­ciones, sentimientos de vergüenza o culpabilidad) adquieren una razón de ser. Cuando la familia reacciona, también reacciona la so­ciedad en la cual ella se desarrolla. Los árboles pertenecen a un bosque. Cada uno de ellos tiene dos principales deberes: cumplir sus necesidades biológicas (procreación de niños, cuidados que ne­cesitan, etc.) e integrarse en el grupo social, obedeciendo a sus le­yes. Si cada familia rehuyera el contacto con las otras entregándose a sus tendencias separatistas, la sociedad no podría existir. Es por esto que el árbol genealógico se desarrolla prisionero en una red de vetos y obligaciones, entre las cuales, por ejemplo, está el tabú del incesto, que impulsa al clan a mezclarse con el resto de la humanidad en lugar de encerrarse en sí mismo. Sin embargo estos vetos y obligaciones pueden en ciertos casos no corresponder a la naturale­za esencial del ser. Cada cultura impone, basada en sus mitos funda­dores y creencias religiosas, diferentes modos de conducta. De una sociedad o cultura a otra puede cambiar la institución familiar, pues no sólo existe la monogamia: en algunas se permite al varón tener diferentes esposas, en otras se admite que las mujeres vivan simultá­neamente con varios hombres, otras obligan al hermano del que murió sin hijos a casarse con la viuda, otras exigen que la hermana joven de la esposa fallecida la reemplace en el lecho del viudo. Na­cemos en una cultura determinada, en una época dada, en un país particular. No seríamos los mismos si habláramos otro idioma, si hubiéramos nacido en otra civilización o en otra época histórica...
Estas limitaciones, que dependen de la memoria, nos incitan a re­petir esquemas, nos imprimen un ser cultural. Al mismo tiempo las posibilidades del futuro, que trabajan por conducir al hombre a su mutación, transformando el sufrimiento inicial en energía cons­ciente, desarrollan al ser esencial.


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Fragmento de “Metagenealogía”, Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa (ed. Siruela)
Imagen: Manny Jaef

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