lunes, 25 de agosto de 2014

Dos, Poema De Alejandro Jodorowsky

¿Dónde moran los hombres que ceden su piel al Ser que los habita?
¿Quién ha encontrado el palpitante punto rojo que es vertiente del amor?
Separado del transcurrir el tiempo se convierte en aroma
Hasta mi corazón llegan las olas del orgasmo divino
Insemina lo eterno y lo perfecto ¿para qué?
Debajo de mis ropas ya no existe nadie.
Viniendo de mí mismo viajo hacia mí mismo.
No es existir ni tampoco no existir. Es perder el peso y la sombra
Atravesar la propia carne como abriéndose paso en un muro de piedra.

No hay observador. Ya ni siquiera soy lo que no soy.
Mi rostro es una máscara pegada al hueso.
Mis oídos vierten húmeros y triángulos.
Las plantas de mis pies lamen la tierra.
Entro en el aire como si fuera un templo.

No tengo pensamientos sino pirámides de flores.
Púas de luz son engendradas por mis células.
De mi ano surgen ríos de mariposas azules.
Me digo hombre pero llevo a una mujer montada en el pecho.
¡Cuidado! Si te acaricio el rostro te lo cambio.
Deja que azote el horizonte con tus vértebras.
Te lo repito: ni siquiera soy lo que no soy.
No me lo puedo impedir, voy a devorar tu sombra.
Voy a expulsar la memoria de tus ojos,
Te sacaré de las orejas la borra de palabras
Haré que un ángel hunda los colmillos en tu seno.

De mi diamante interior cada faceta es una puerta.
Tú, como un viento azucarado, lo atraviesas.
Me convierto en una rosa transparente.
Una lluvia de sangre inunda las estrellas.
Tú la bebes hundida en la nostalgia de haber sido carne.
Los círculos concéntricos de mi ausencia van llenando tu universo.

Me has permitido renacer al reventar mi ojo insomne,
Al enfundar tu lengua en mi alma hasta dejarla hueca.
Vamos juntos cada cual por su camino.
Cuando tratamos de hablar nos surge una canción
Que calma a la bestia enloquecida.
El pez tan buscado se entrega a la red.
Por fin el fin regresa a su comienzo.
Alejandro Jodorowsky [Pasos en el vacío, p. 74-75] 
Imagen: O zittre nicht by Himmapaan


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