domingo, 29 de marzo de 2015

Cambiar Envidia Por Admiración

“Cerebro: transformo envidia en admiración”.
— Alejandro Jodorowsky 

Partamos de algo irrefutable: cada uno de nosotros es diferente e irrepetible. Por parecidas que sean dos personas, siempre habrán cualidades y circunstancias que las diferencien. Esto nos lleva a que, muchas veces, compararse con otro sea una pérdida de tiempo.

De ahí nace la envidia; de una comparación sesgada que hace que nos sintamos mal con nosotros mismos.

Lo de la comparación sesgada es importante, porque el envidioso se fija sólo en lo que le interesa, en lo bueno de otro, sin saber el precio que ha tenido que pagar para lograr lo que tiene o qué otras circunstancias hay detrás.

A la admiración hay quien la llama envidia sana o envidia blanca, pero en realidad no es envidia.

Detrás de la envidia hay rabia, frustración, tristeza, una escasa apreciación de las propias cualidades y/o una venda que nos impide ver otras oportunidades.

La admiración sí es constructiva, blanca y sana, es equilibrada. Cuando admiras a alguien, no lo comparas contigo sintiendo rabia, tristeza o escasez. Lo que sientes es inspiración.

Para concluir, recalquemos las diferencias esenciales entre envidia y admiración:

Quien envidia quiere lo que otro tiene; se siente mal consigo mismo, situándose en un plano de inferioridad. Está a la sombra de otro.

Quien admira valora sus cualidades y circunstancias. No se siente inferior. No quiere lo de otro; quiere lo suyo, pero agradece y aprovecha que haya otras personas de quienes puede aprender.

Y ahora, ¿qué prefieres sentir, envidia o admiración? ¿Cuál deseas que sea tu motor?

Fuente: Tus Buenos Momentos 


∼✻∼
Montaje de Imagen: Manny Jaef 
@alejodorowsky en Twitter

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