lunes, 27 de julio de 2015

¡Métete Un Pimiento En El Culo!


Mulá Nasrudín avanza montado en su asno. De pronto, el animal decide detenerse. Nasrudín lo empuja, tira de él, le da con una fusta; nada que hacer: el asno, terco, no se mueve. Un viejo que pasa por allí le dice:
-¡Métele un pimiento en el culo!
Nasrudín así lo hace, y el asno se lanza a correr como un loco. Su amo, a su vez, corre detrás de él. Viendo que no puede alcanzarlo, también se mete un pimiento en el culo. De inmediato se pone a correr con tal velocidad que sobrepasa al burro y llega a su casa gritando a su mujer:
-¡Detenme! ¡Detenmel
-No puedo -le responde ella-, vas muy rápido. Él le responde:
-¡Métete un pimiento en el culo!

Hay ideas enfermas, prejuicios, que de mente a mente invaden el mundo. De un día para otro todos los ciudadanos tienen un pimiento en el culo que los hace correr hacia ninguna parte... Las ideas necesitan ser dúctiles y maleables, como nubes, adaptándose a cada nueva situación. Cuando hablamos con una persona y su espíritu no transcurre libre como el nuestro, debemos adaptamos a sus límites, no luchando contra ella sino más bien danzando con sus rígidas estructuras. Para poder escuchar hay que acallar los sistemas que se aferran a nuestro intelecto y, con una mente abierta, sin contradecir, detener la crítica, la discusión.

Cuando calmamos las emociones, no juzgamos al otro como simpático o antipático, no entramos en conflicto con él (si así hiciéramos, en lugar de oírlo a él escucharíamos a nuestro niño herido, nuestro sufrimiento, nuestra orfandad de caricias) y tampoco obedecemos a los deseos introducidos por ciertas empresas que hacen uso del erotismo para aumentar sus ventas. Dejamos que la energía sexual abandone las ansias de obtener goce y que se repliegue hacia nosotros mismos convertida en energía sanadora, de modo que cada palabra enferma que penetre en nuestros canales auditivos, sea sanada por ella. Dejamos de pensar qué provecho podemos obtener o cuánto vamos a ganar: si así fuera no escucharíamos a la persona sino a nuestros intereses.

«No tengo nada que perder cuando te escucho, sólo debo recibirte, digerir tus palabras y luego ver cuál es la enseñanza que tu sistema me aporta, aun cuando sea diferente de lo que yo creo. Te acojo con tus imperfecciones, te dejo entrar en mí, mis oídos se convierten en órganos de creación, como un horno alquímico. Todo cuanto me dices es una semilla que se hunde en mi mente, magma puro donde crece el loto que oculta un diamante en su corola.»

Alejandro Jodorowsky 
Imagen: Nasreddin Hodja in Ankara

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