jueves, 17 de septiembre de 2015

El Poder De La Empatía


“Lo que perdiste en el fuego, puedes encontrarlo en las cenizas: ¡insiste!”. 
— Alejandro Jodorowsky

A veces una respuesta simple y genuina es más aliviante que un discurso forzado sólo por deber...

La última vez que vi al maestro Ejo Takata fue en la modesta casa de una vecindad, en los límites superpoblados de la capital mexicana. Un cuarto y una cocina, no más. Yo iba allí en busca de consuelo, sufriendo por la muerte de mi hijo. El dolor me impidió ver las cajas de cartón que llenaban la mitad del cuarto. El monje se puso a freír un par de pescados. Yo me esperaba un sabio discurso sobre la muerte: “No se nace, no se muere... La vida es una ilusión... Dios da, Dios quita, bendito sea Dios... No pienses en su ausencia, agradece los veinticuatro años con que alegró tu vida... La gota divina regresó al océano original... Su conciencia se ha disuelto en la feliz eternidad...”. Todo eso me lo había dicho a mi mismo, pero el consuelo que buscaba en esas frases no calmaba mi corazón. Ejo sólo pronunció una palabra: “Duele”, y con una reverencia sirvió los pescados. Comimos en silencio. Comprendí que la vida continuaba, que debía aceptar el dolor, no luchar contra él ni buscar consuelo. Cuando comes, comes; cuando duermes, duermes; cuando duele, duele. Más allá de todo aquello, la unidad de la vida impersonal. Nuestras cenizas han de mezclarse con las del mundo... Entonces le pregunté:
– ¿Qué contienen esas cajas?
– Mis cosas –respondió-. Me han prestado este lugar. De un día para otro pueden pedir que me vaya. Aquí estoy bien, ¿por qué no estaría bien en otro lugar?
– Pero, Ejo, en este espacio tan reducido, ¿dónde meditas?
Hizo un gesto de indiferencia y me indicó cualquier rincón.
Para meditar no necesitaba un sitio especial. No era el sitio el que otorgaba lo sagrado. Su meditación sacralizaba el lugar que fuera. De todas formas, para él, que había atravesado el espejismo de los vocablos antónimos, la distinción entre sagrado y profano no tenía sentido.

Extracto del libro “El maestro y las magas” de Alejandro Jodorowsky
Ilustración: A box by Ridlie

No hay comentarios:

Publicar un comentario